Soy una persona intolerante. Bastante intolerante. Seguramente, demasiado intolerante. Si tengo un defecto para destacar, ja, seguro éste es. Y lamentablemente, la República Bolivariana de Venezuela no me ayuda. Ni siquiera lo hacía antes del nuevo mote revolucionario en su nombre.
Siempre he dicho (hay varios testigos) que, definitivamente, es imposible que me convierta en un serial killer. Que es obvio que no tengo una propensión real a asesinar. Porque -y no me cabe duda- si la tuviera, ya muchos habrían caído. Motorizados, ciertos buhoneros, determinadas secretarias, algunos vigilantes, muchos gerentes, demasiados presidentes... y más... todos ellos serían parte de mi macabra lista de "limpieza", hasta que me descubrieran, me maten o me encanen en El Rodeo.
Día de Furia (Falling Down, 1993) es, tal vez, la primera película que puso en el mapa a Joel Schumacher (nada que ver con Michael, creo), quien luego ganaría más renombre con Batman Returns (la de Val Kilmer), Batman & Robin (la de George Clooney) y 8mm (Nicholas Cage). Por supuesto, para una persona como yo (luego de la confusa, incompleta y tal vez vacua descripción inicial), semejante 'masterpiece' protagonizada por Michael Douglas produce un placer descomunal. Una sonrisa en, al menos, 90 de sus 113 minutos.
No me identifico con el personaje en lo absoluto hasta que se arrecha y empieza a dispararle a todo por su paso con una escopeta. No me cabe duda que ésta es la mejor arma para descargarse con algo. Es lenta, pero de pinga. Catártica. Aunque si me toca algún día, no descartaría la ametralladora rotatoria (debe ser un verdadero peo para dominarla) o, sin dudas, mi segunda favorita: un lanzallamas. JA.
¿Quién no ha querido meterle un pepazo a algo/alguien en plena calle? Tal vez no para matarlo, vale. Tampoco crean. Es como, um... no sé, porque se lo merece. Para que le duela, al menos. Para que no joda más.
La escena en la franquicia de comida rápida es un clásico. Es, seguramente, uno de los lugares en los que más gente ha querido dispararle a alguien. Generalizando, casi siempre los que atienden en este tipo de cadenas son poco inteligentes, casi nunca vivaces y jamás educados. Por eso, ¡PUM!... ¡no joda!
El pana (William 'D-Fens' Foster, así se llama el personaje de Douglas) tiene un final merecido, pero el grueso de la película despierta simpatías en no pocas personas. Someter a unos choros... ¡DIOS! ¿quién no pagaría por caerle a batazos en las rodillas al delincuente que te quiere quitar el celular? ¿quién no gozaría metiéndole un palazo en la jetota al desgracia'o que te quiere arrebatar tu reloj?
Sincerémonos: alguna vez (si es que no muchas) hemos querido hacer algo similar. O sentimos que, algún día, despertaremos como 'D-Fens', con ganas de arrasar con todo.
Pero bueno, vamos a tomárnoslo con calma, ¿eh?
NOTA: Esto no es una apología al delito. Es pura paja de un carajo que no llevará a cabo nada de lo que acaba de escribir. O, al menos, no lo hará en un buen tiempo. O no dejará rastros cuando lo haga.